Tuesday, April 27, 2010

“Crimen Organizado”

Algo que nace se consolida y expande con la…
Idiotez y la complicidad, o…
una pensada y dosificada combinación


Rafael Rivero Muñoz
Caracas, 280410
“… La idiotez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás…”
Voltaire (1694-1778)

Cuando en nuestras notas sobre el tema hemos dejado sustentado nuestro desacuerdo por lo manipulado de ese concepto de origen y consistente manejo periodístico desde mediados de los años cincuenta del siglo pasado, tiene nuestra posición una primera y sustentable argumentación.
Cuando referimos crimen organizado, cualquiera sea el auditorio receptor en colectivo o la individualidad que lo escuche, su primera percepción y reacción derivada es precisa, se trata de un problema policial, y en los extremos, de que las decisiones sobre ello, corresponderán a fiscales y a jueces.
En esa primera percepción del asunto, el ciudadano común, y naturalmente, dirige su vista hacia el aparato represivo del Estado, y será de éste de quien en y con su hacer espera la respuesta pertinente, y si no hay esa respuesta, su discernimiento, experto o no, se traslada a considerar la posibilidad de complicidades entre unos y otros.
Dersviación
Por esa vía escapan de la impresión o la imagen del ciudadano, el más trascendente de los factores estrechamente vinculados y del cual, sobre el terreno de los hechos, viene a depender directamente las capacidades de ese llamado Crimen Organizado.
Pero además escapa de la visual de ese ciudadano un hecho mucho más importante y trascendente en el asunto, que se trata de la consolidación de la “Industria de la ilegalidad” como preferimos denominarlo, y que ello, ha sido, es y será, una decisión del estricto ámbito de la política.
Es decir, una decisión de quienes al mando de los mecanismos y en funciones decisorias de Estado, han impuesto el ejercicio del poder, por otros medios más directos y distintos a la política.
Y no quedan ajenos a esta circunstancia, el resto de los operadores políticos en el juego de circunstancias donde opera esa Industria de la Ilegalidad; como bien lo escribiría en su oportunidad Víctor Hugo (1802-1885): “… La aceptación de la opresión por parte del oprimido acaba por ser complicidad; la cobardía es un consentimiento; existe solidaridad y participación vergonzosa entre el gobierno que hace el mal y el pueblo que lo deja hacer…”
La voz experta
“… El crimen organizado… un concepto de origen periodístico, que nunca alcanzó una satisfactoria definición criminológica… Su idea más aproximada está dada por la criminalidad de mercado, abarcando desde todos los tráficos prohibidos hasta el juego, la prostitución, las diferentes formas de comercio sexual, la falsificación de moneda y los secuestros extorsivos. No faltan leyes que incluyen al terrorismo en su concepto legal…” (Eugenio Raúl Zaffaroni; clausura de la Primera Conferencia Mundial de Derecho Penal, Asociación Internacional de Derecho Penal (AIDP), México 22 de noviembre de 2007)
Política del crimen
Son “… fenómenos [que] acentúan la estratificación social, promueven el hundimiento de los sectores medios, polarizan la distribución de la renta, desbaratan la previsión social, reducen la inversión en programas sociales, impiden que estos lleguen a sus destinatarios y fortalecen la vigencia de ideologías políticas autoritarias y discriminadoras…”
Visto desde la perspectiva de este autor, queda suficientemente sustentada la idea adelantada.
No estamos en presencia ni se trata de un problema exclusivamente policial, ni de fiscales, ni de jueces puesto que de lo que se trata es de un eminente problema de decisiones políticas, tanto en las estructuras y en el ejercicio del poder, como en aquellas que, por comodidad, conveniencia o cobardía, desde posiciones política de oposición, ignoran el asunto, sacan aprovecho de la circunstancia, o prefieren pasar agachados frente a la magnitud de los derivados.
Es un problema de vieja data
Todos hemos sido testigos de una manifiesta incompetencia en los responsables políticos que en su momento y por las razones que pudieren ser alegadas, en un lejano pasado, entregaron el control de las sentencia de la jurisdicción a uno u otro grupo de profesionales afectos al partido de gobierno.
Allí comenzó a operar el hacha del verdugo que golpe sobre golpe fue dando al traste con cualquiera fuera la idea, el concepto, el ejercicio y práctica de un estado de derecho.
Irremediablemente, por dejadez, facilismo, incompetencia, cobardía o conveniencia, y sin solución de continuidad, se fue desplazando la práctica política de ese “Sistema de Conciliación de Élites” que nos definió en su momento Juan Carlos Rey, a lo que es hoy, y para seguir la tónica del experto en política, no se puede denominar de una forma distinta a: Un Sistema de Conciliación en la Barbarie.
¿Por qué?
El mismo Zaffaroni nos brinda una aproximación: “… Los políticos sin poder para proveer soluciones estructurales –a causa del debilitamiento de los estados nacionales-, por temor, por incapacidad o por oportunismo, optan por reducir su discurso a propuestas de mayor represión o segurismo interno, apostando a la destrucción de toda racionalidad en la legislación penal y vendiendo la ilusión de soluciones mediante tipos penales nuevos, penas más largas, menores garantías frente al poder punitivo estatal y, sobre todo, menores controles sobre las agencias policiales y de inmigración…”
150.000 asesinados en 10 años
Es el derivado de estos últimos diez años de ejercicio político del poder y el “… resultado no es otro que una mayor selectividad discriminatoria en el ejercicio del poder punitivo y la acelerada autonomización de las policías, con el consiguiente deterioro por corrupción de la eficacia del servicio de seguridad, con… participación en la corrupción del aparato penal…”
Y ese “… control urbano de la exclusión social parece orientarse hacia una profundización de contradicciones violentas entre los propios excluidos, que proveen el ejército de criminalizados, victimizados y policizados… violencia entre personas de los mismos sectores subalternos, al tiempo que por eliminación disminuye su número, impide el diálogo, la toma de conciencia y la coalición y, por ende, hace que se autoexcluyan de todo protagonismo político…”
Objetivo político del líder revolucionario
Se trasluce en el fondo de esto que llama revolución y que no tiene otro objetivo distinto a su permanencia en el disfrute de los signos exteriores de poder, puesto que el poder político en las condiciones impuesta por una dinámica que no controla ni decide, no están en capacidad, ni él ni su equipo, para ejercerlo.
El desequilibrio, incapacidad o la misma alienación derivada del excluyente objetivo tiene derivados planteados por Zaffanori: “… La neutralización y autodestrucción física y cultural de los excluidos como consecuencia de la política del segurismo interno puede denominarse endocidio… peligrosa alucinación funcional a la concentración de riqueza en medio de la crisis del estado social de derecho, en creciente transformación hacia un estado elitista de policía, que en la periferia asume una marcada tendencia genocida de eliminación de excluidos…”
Encerrado y cerrado por “… un círculo vicioso que conduce a que cada vez sea más difícil acceder y ejercer cualquier poder político o económico sin participar en alguna medida –por acción o por omisión- de la corrupción…”
Con su derivando en “… la más grave manifestación del crimen organizado es el crimen económico de estado, que destruye sus propios aparatos productivos y despilfarra el patrimonio estatal…”
No sin consecuencias fácticas
“… se agudizan las tensiones sociales y la violencia urbana, lo que es aprovechado por los propios macrocriminales -y sus cómplices, encubridores y beneficiarios- impetrando leyes penales draconianas y escuadrones de la muerte en la versión del mencionado segurismo interno, o sea, fomentando el endocidio…”
Un estimado de 200.000 asesinados, más del 90% de ellos a tiros, es el acumulado previsto para el último año de este período revolucionario; son esos 200.000 cadáveres, una gráfica muestra del acierto en las consideraciones en el discurso del experto Eugenio Raúl Zaffaroni .
Conclusión
Si queremos seguir considerando el asunto desde esa perspectiva y aceptamos como válido el concepto de Crimen Organizado, entonces tendremos que aceptar su pedigree, que es algo que nace se consolida y se expande con la idiotez y sobre la complicidad de los gobernantes, o posiblemente más bien, lo haya sido en una decidida, pensada y dosificada combinación en el tiempo, de ambos conceptos.
Mientras, sigamos escuchando, viendo y leyendo en los medios de comunicación, las reseñas de esta fatua pelea de los borrachos de una oposición partidista, por lo que, a todas luces y desde la óptica del crimen organizado, pareciera ser, una botella vacía

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