Friday, November 4, 2011

El malandraje se divisa




Indígenas derrotan a las FANB

Rafael Rivero Muñoz
Caracas 04/11/11

“… Es más fácil apoderarse del comandante en jefe de un ejército que despojar a un miserable de su libertad…”
Confucio (551/478 AC)

Las indiscutibles evidencias materiales han quedado al desnudo; a la vista de todo aquel nacional y extranjero que las quieran ver, comparar, entender, analizar, pormenorizar y proyectar.

Con esta sorpresiva, rápida e impresionante derrota militar inflingida por un “comando unificado” de los indios pemones, panares y chirichanos en el sector de La Paragua estado Bolívar el jueves 27/10/11, a los mandos estratégicos superiores, tácticos medios y a las capacidades y equipamientos bélicos desplegados en una unidad de choque de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

Innegable ha sido la derrota militar

Una particular batalla donde las fuerzas combinadas de un contingente de indios de las etnias pemón, panares y chirichanos en zafarrancho de combate, haciendo uso táctico de su conocimiento, dominio y movilidad sobre el terreno, dotados de una voluntad grupal en la defensa de sus derechos y armados sólo con los más primitivos instrumentos heredados de sus ancestros –arcos y flecha–, organizando la acción y asumiendo los riesgos se enfrentaron cara a cara con unidades militares entrenadas y dotadas de una capacidad letal nada despreciable:

Una disponibilidad de fuego no menor a las dos mil rondas de proyectiles de los 24 modernizados Kalashnikov 103 y su dotación de 3 cargadores con 30 tiros 7,62×39 c/u, más las granadas de mano y de fusil y las pistolas individuales eventualmente en manos de oficiales y sub-oficiales.

Los capitanes que dirigieron el desplazamiento y desempeño bélico de los pemones, panares y chirichanos, lograron rápidamente la victoria cabalgando el factor sorpresa sobre el cual, primero, neutralizaron e impusieron el preliminar abandono de posiciones y la huída a los cuatro centinelas (a semejanzas de lo ocurrido previo al asesinato y degüello de los 19 Guardias Nacionales en las costas del río Abdobadú en Perijá, Zulia, en junio de 1987) quienes, además. serían acompañados, según lo expresan algunos voceros de los indígenas, por el comandante de esa especializada unidad de combate, un teniente coronel quien hasta ahora no ha sido identificado.

Los indígenas atacantes sobre ese factor sorpresa, neutralizan y capturan uno a uno a los 19 efectivos restantes –atención, 19 efectivos más cuatro centinelas y un comandante en fuga son 24–; incautaron los fusiles, las municiones y las granadas y confinaron bajo vigilancia de los indígenas y por unas continuadas 50 horas, a los dos batallones de combate de las FANB, integrados, se comenta, por efectivos de la Armada, del Ejército y de la Guardia Nacional y quienes oficial y supuestamente estaban acantonados en la zona de La Paragua en una misión policial.

Un militar y su derrota

El pasado domingo el ex alcalde del municipio Gran Sabana Ricardo Delgado, públicamente desmintió las informaciones oficiales dictadas a los medios por el general en jefe Henry Rangel Silva, a la sazón, la máxima autoridad y jerarquía militar y jefe del Comando Estratégico Operacional (CEO).

Esa jefatura del CEO, recordemos, dentro de la nueva organización militar venezolana, está por sobre el propio Ministro de la Defensa –quien pareciera pasó a ser una figura protocolar, de adorno o simple elemento de la administración presupuestaria militar– y quedó bajo la subordinación y mando directo del propio Presidente de la República Hugo Rafael Chávez Frías.

Intríngulis

Después de la derrota y sobre las ulteriores afirmaciones públicas de la máxima jerarquía de las FANB, los derrotados y de las del bando victorioso, los indios, se pueden construir dos ideas o criterios contrapuestos de lo que al parecer, desencadenó la decisión para el ataque por los indígenas:

La afirmación oficial expone que las combinadas unidades militares de combate destacadas en La Paragua, estaban en una misión, por cierto eminentemente policial, derivada de la promulgación del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley número 8.413, publicado en la Gaceta Oficial 39.759, de fecha 16/09/11, que reserva al Estado las actividades inherentes a la exploración y extracción del oro.

La afirmación de los representantes de las etnias pemón, panares y chirichanos las sintetiza El Nacional en su reciente editorial: “… los militares que supuestamente custodian esas áreas… no se limitan a cumplir con sus funciones sino que maltratan y despojan a los indígenas de sus pertenencias, les cobran vacuna para dejarlos trabajar en las ‘bullas’ de oro y diamantes, y luego se quedan con una parte de lo extraído…”.

En la voz de los propios representantes indígenas: “… desde que entró en vigencia el decreto 8413, que reserva al Estado las actividades de explotación del oro, los indígenas fueron desalojados de sus tierras, donde milenariamente han habitado… Entonces, si los militares están para controlar las actividades ilícitas, nuestra pregunta es ¿quién controla a los militares?…

… ‘No nos oponemos a la intervención de la Fuerza Armada en las zonas indígenas o fronterizas donde se explota el oro. Lo que queremos es que haya orden. Los militares terminan metidos en el negocio del oro, hay un negocio redondo con el combustible…”

Las armas no aparecen

Llama poderosamente la atención el significativo hecho de que si bien los dos bandos en conflicto, a las cincuenta horas de iniciadas las hostilidades llegaron a los acuerdos para la liberación de los 19 efectivos militares capturados por los indígenas; sin embargo, ni uno ni otro bando ha hecho referencia alguna a los equipamientos militares que fueron tomados bajo custodia por los indígenas una vez que lograron rendir a la unidad militar; tampoco han sido difundidas imágenes de ese parque.

Son no menos de 20 Kalashnikov, 2 pistolas, 60 cargadores, dos mil y tantos tiros entre los 1.800 del 7,62×39 de los fusiles y los 9mm de las pistolas; las granadas de mano y de fusil y el resto de los equipos militares individuales y colectivos, propios a una unidad militar destacada en una misión de selva y potencialmente en combate.

Indiscutiblemente, ha de recordarse, que lo más humillante para un contingente militar y muestra irrefutable de su rendición, es la mención del parque de armas y equipo militar del cual fueron despojados al no presentar batalla y rendirse.

Quedan entonces tres posibilidades:

Los indígenas se reservaron en propiedad y para su propia defensa el parque militar incautado a la unidad derrotada.

Los indígenas reintegraron la totalidad del parque de armas.

La unidad militar destacada en misión en la selva, no estaba armada.

Las gráficas

Conocedores de la política revolucionaria, nada quedó al azar o fue improvisado en la acción bélica planificada y ejecutada por los indígenas, antes por en contrario, se tomaron el tiempo y las previsiones para sustentar sus argumentos y múltiples serían las fotografías hechas públicas y sobre ellas, algunos detalles:

En gráficas el momento en que sometidos y desarmados, los integrantes de la unidad militar de las FANB, son trasladados de un lugar a otro y en medio del nutrido contingente indígena armado con arcos y flechas.

En medio de un claro entre los árboles y rodeados de las tiendas de los indígenas que los custodian, se observan unos quince efectivos militares uniformados, sentados, algunos de espalda, en la tierra bajo control visual y físico de sus captores; no están amarrados.

En varias embarcaciones de la “flota naval indígena”, canoas, se observa cuando parte de los efectivos militares uniformados, por agua son desplazados bajo custodia y de un lugar a otro.

Dos detalles:

a) El personal militar uniformado aparenta estar apacibles y gozar de buena salud, no se perciben maltratos físicos, refriegas o signos de violencia o uniformes desgarrados.

b) Algunos de los soldados sentados en la tierra visten como calzado, botas de goma a media pierna, similares a las de uso estandarizado por las FARC colombianas. No se observa en ninguno de ellos la bota militar de uso oficial para los efectivos castrenses venezolanos.

Apreciaciones preliminares:

A pesar de lo que pueda ser alegado por comandantes e integrantes de la unidad militar, esa unidad militar no pareciera haber estado en apresto operacional; no estaba en condiciones de presentar combate; es decir, se rindieron a los indios una vez que el contingente de éstos los coparon y conminaron a rendirse y a entregar sus armas. Asumieron el riesgo los indios al dejar en manos del comando de la unidad militar, la iniciativa y reacción de combate ante el ataque de que eran objeto. Refinado el arte de la guerra de estos indígenas, muy propio de las enseñanzas de Sun Tzu: dominar a un oponente sin tener que enfrentarlo con las armas.

Que los efectivos de una unidad militar destacada en la selva en alguna misión, modifique su uniforme hasta el punto de cambiar su calzado por botas de goma al estilo guerrillero, tiene connotaciones:

Ello no es una decisión personal del efectivo que calza las botas de goma, expresa otra cosa, el resultado de una disposición del comando de la unidad.

Así como ha sido referido por los representantes indígenas a los medios, los efectivos militares estaban ejecutando directamente las tareas de minería para la explotación de oro en la bulla de la cual habían sido desplazados los mineros.

Consideraciones

La experiencia práctica en el manejo y la conducción de grupos oficiales equipados y armados para el combate en ciudades y selva, permite abordar algunos detalles que son de necesaria apreciación en el caso que nos ocupa.

La primera de ellas se refiere a la moral de tropas en misiones de combate y ello está directa y estrechamente vinculado, a la conocida calidad y probidad en los mandos a todo lo largo de la estructura de mando y conducción; ello, desde el comandante en línea, aquel que comparte el riesgo sobre el terreno, pasando por los mandos intermedios de la unidad y hasta alcanzar el rango de mayor jerarquía de la fuerza.

Hechos

Cuatro hechos son de indiscutible importancia en la consideración de los pormenores de esta derrota de una unidad militar venezolana en misión de combate.

Si bien es cierto que en el ámbito militar una de las primeras condiciones impuestas es la sujeción a la obediencia y dedicación absoluta a la tarea militar y ello en forma significativa implica la ignorancia de los hechos cotidianos de ocurrencia diaria en la sociedad; la prensa y las informaciones de los medios, no son productos de consumo común en el medio militar; también es cierto que, no enterados por los medios, si existe la “radio bemba” como medio de difusión de problemas y asuntos propios a personajes activos en la línea de mando y quizás sea ese canal natural, mucho más insidioso que el común de los medios de comunicación.

En todo caso, eso de que oficiales superiores, medios, de línea y la soldadesca ignore absolutamente todos los detalles del mundo de los comandos generales superiores, resulta no ser cierto, antes por el contrario, lo conocen sino a la perfección, si dentro de esquemas de manipulación dado los intereses grupales y de conflictos entre fuerzas.

En ese contexto, no es posible ignorar que el máximo jefe operacional de las unidades militares, el CEO, ha sido señalado públicamente como enlace activo de las FARC colombianas y estas a su vez, vinculadas al negocio de la cocaína; no es posible olvidar que como consecuencia de la detención en Colombia del broker de la cocaína Walid Makled García y sus continuadas entrevistas y declaraciones a los medios nacionales e internacionales, hizo buena referencia a múltiples oficiales activos en las distintas jefaturas políticas y comandancias de fuerza militares venezolanas y aunque el asunto se silenció una vez que el gobierno recibió al broker y lo confinó lejos de los medios, esa información fue suficientemente divulgada; tanto que se habla en Venezuela de la existencia de El Cártel de los Soles como los responsables por el incremento del tráfico de cocaína por territorio venezolano: http://rriveromjuldic10.wordpress.com/2011/09/21/politica-de-las-drogas-y/

Un segundo detalle ya fue comentado en notas anteriores y sobre ello hemos asegurado que, cuando un comandante de una unidad militar, por su acción o inacción es señalado por hechos irrefutables como responsable directo de la muerte de un subalterno, en ese mismo momento, pierde de hecho el mando; si bien en derecho pudiere permanecer al frente de la fuerza, en la práctica, ese mando no tiene vigencia alguna y es precisamente, un hecho que fue reseñado por los medios: Un comandante de fuerza, sin estar técnicamente habilitado como piloto, asumió los mandos de un Bell 412 y cuando trataba de posarlo en tierra y cerca de una formación de cadetes de su fuerza que ese día recibirían su diploma, por una inadecuada maniobra se precipitó hacia unos pinos y al chocar el rotor principal con las ramas se desintegra lanzando esquilas hacia todos lados; varios pedazos de la hélice y ramas lanzadas al aire golpearon a los cadetes en formación ocasionado la muerte de uno de ellos y heridas a otros. http://territorioaudaz.blogspot.com/2011/07/accidente-del-helicoptero-bell-412-de.html

Tercer detalle, propio y circunscrito al hecho en comento y si fuere cierta la afirmación de uno de los representantes de los indígenas, el oficial de mayor jerarquía y al mando de la unidad militar destacada en La Paragua, cuando se hace evidente la presencia y los primeros signos del ataque del contingente indígena, huyo del lugar abandonando a su suerte a la unidad bajo su mando.

Cuarto detalle y si es que también fuere cierto lo que las informaciones que los medios han registrado y reseñado; un teniente de la unidad militar atacada, rendida y desarmada por los indígenas, al ser requisado por éstos encontraron que tenía en su poder y dentro de un koala, unos tres kilos de oro.

¿Cuál la misión militar en La Paragua?

En el extremo más grave de la situación, bien pudiésemos estar en presencia del desplazamiento, aprovechamiento y uso de una variante de mano de obra esclava.

Esto con el uso de soldados pagados por los fondos del Estado y destinados esta vez y en este caso por intereses propios a los mandos superiores de la fuerza militar, tanto para el monopolio y la comercialización de combustibles y otros ítems en las zonas mineras, como para la explotación directa de riquezas auríferas.

Comenzando por asaltar y amenazar con las armas para expropiar y apoderarse de los predios explotados por mineros, las herramientas y productos del trabajo de otros y sin cargar con los costos de prospección, financiamiento, explotación, custodia y transporte: Una verdadera acción criminal amparada en el uniforme y las arma de la República.

Malandraje

Son las acciones de pillaje, extorsión, “vacuna”, “cobro de peajes”, asaltos, robos, asesinatos, masacres, amparados en el uniforme, la placa, la credencial, la patrulla, la edificación y áreas de confinamiento carcelario propiedades del Estado y puestas en manos de individualidades y de colectivos de funcionarios que sustentan las derivadas capacidades para la amenaza armada, el daño directo o diferido sobre sus víctimas y la indispensable impunidad.

Variantes cuyas expresiones son bien conocidas y de vieja data, como aquella de mucha publicidad en épocas pasadas y que fuera el objeto de una sostenida campaña adelantada por Reny Ottolina bajo el slogan “No los deshonres”, tratando de poner un freno a la “matraca” derivada de la “Venta de Esquinas” en Caracas y con aquella famosa expresión de los Vigilantes de Tránsito cuando detenían y abordaban agresivos a los conductores.

“Tíralo en la gramita”

En aquel momento como elaborada técnica para alimentar “El Pote”, la asignación periódica de cada Vigilante de Tránsito en una u otra esquina o avenida en la ciudad, estaba tasada en un monto en bolívares.

En otros términos, el vigilante asignado al seleccionado y tasado lugar, debía producir un monto mínimo en dinero efectivo que tenía que entregar diariamente a su superior inmediato; ese supervisor de línea a su vez, estaba encargado de hacer la recolección de esos montos en cada punto de la ciudad asignada a su ruta de supervisión; luego lo recolectado lo debía entregar a su propio jefe y éste al siguiente y así hasta que el acumulado en dinero en efectivo, terminaba la cadena y llegaba a “El Pote”; en el tránsito de la cadena, cada eslabón se reservaba su comisión.

“El Pote” a la sazón, estaba bajo la custodia y responsabilidad del oficial militar de máxima jerarquía y generalmente, en manos del comandante general del Cuerpo de Vigilantes Terrestres, quien a su vez debía hacer llegar el monto correspondiente al “Pote Grande”, ubicado en la Comandancia General de la fuerza.

La misma técnica de la cadena para alimentar con fondos líquidos “El Pote” en una u otra unidad, tiene distintas adaptaciones que se ajustan a las distintas modalidades de “vacuna” que son cobradas en cada tasado punto de actividades de control oficial en la geografía nacional.

Así, algunos se conocen y operan a sus anchas tal como, las de los contrabandos de extracción, gasolina, alimentos, cemento, cabillas y cualquiera ítems comercial, donde también quedas incluidas las “vacunas” por el tránsito fronterizo, el depósito y custodia, el acarreo y tránsito de cargas de cocaína por el territorio nacional y las propias a las operaciones clandestinas de naves y aeronaves desde puertos y aeropuertos en Venezuela.

Conclusión

Nada sencillo dejó a la luz esta derrota militar inflingida por los indígenas sobre una unidad de combate de las FANB, señalada abiertamente como autora de amenazas, maltratos, despojo, robo y aprovechamiento de la capacidad del uniforme y las armas, para el asalto, aprovechamiento y disfrute ilícito de las propiedades, el trabajo y los bienes de sus víctimas; en este particular caso, de los miembros y grupos de indígenas asentados y trabajadores el área minera de explotación del oro.

Nada sencillo que tal eventualidad pueda ser la obra del hacer y dejar de hacer de una estructura de mando militar ubicada al más alto nivel de las FANB y que, impunemente, se haga uso de las capacidades de esa estructura militar y de los subalternos, como mano de obra esclava; sea para imponer por sobre sus víctimas la fuerza de las armas, sea para la explotación directa de actividades ilícitas de alta rentabilidad.

Afirmó en una oportunidad Miguel Ángel Cornejo: “… El jefe maneja a la gente; el líder la prepara. El jefe masifica a las personas, las convierte en número y en fichas deshumaniza súbdito por súbdito hasta quedarse con un rebaño sin rostro ni iniciativa. El líder conoce a cada uno de sus colaboradores, los trata como personas, no los usa como cosas…”

Frente a lo que pareciera ya reviste los términos de una severa metástasis, que se ha venido extendiendo como un esperado y derivado efecto de una implementada incapacidad técnica impuesta y anclada en los estratos generales superiores tanto para la dirección, el mando y la conducción de la unidades armadas, civiles y militares venezolanas.

No queda ante ello otra alternativa distinta a exponer los hechos en su cruda realidad. Esos eventos que se dejan para la historia y quedan asentados como un efecto esperado de potencial materialidad en la Venezuela contemporánea: http://rriverom.wordpress.com/2011/06/23/incompetencia-de-comando-en-operacion-policial-tiene-limites/.

Se trata del hecho indiscutible de que las FANB, en las condiciones que se están desarrollando sus desempeños, no requiere de una fuerza o de decisiones externas a ella puesto que su destrucción o auto eliminación ha sido pautada y se está desarrollando desde el interior de su propia estructura. De allí que, podemos sintetizar, es por propia decisión interna y desempeño público de sus comandos generales superiores que, ante eventos puntuales puedan ser observados y queden por los hechos cotidianos establecidos.

Indiscutiblemente, en lo comentado como origen de esta derrota militar a una unidad especializada de las FANB: el malandraje se divisa.

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