Magia y esoterismo presidencial
Rafael Rivero Muñoz
Caracas 27/08/10
“… ¿Qué ve el ciego, aunque se le ponga una lámpara en la mano?...”
Proverbio hindú
Visto que en once años ha dominado y domina en la política y en Miraflores el esoterismo, la magia negra, la santería, los sacerdotes babalaos y los paleros y cuanto bicho de uña se diga poseedor de poderes del más allá; dispuestos a venderlos a los del más acá, exploremos ese terreno y frente a los últimos desajustes o descalabros presidenciales.
Aunque no se crea en brujos, es bueno recordar que: “… De que vuelan, vuelan…”
“… Se le volteó el santo…”
Por lo vientos que corren, pareciera que un espíritu desde las profundidades de la profanada tumba aún le quedan restos y, dirían los creyentes de esos ritos, algo sigue intentando desde el más allá por Venezuela.
Desde la fecha de la profanación del sarcófago de Simón Bolívar en adelante, nada le sale bien a Hugo Rafael Chávez Frías; por donde asoma la cabeza lo sacuden y se sacuden sus viejos amigos y asociados y además, tiene que guardar silencio y compostura, a defecto de lo cual uno u otro interesado templará una cuerda para recordar quién tiene el mando.
Y lo agarró Santos Calderón
Por ignorante, necio y soberbio, el teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías, cayó en el lazo corredizo que pacientemente le fabricó y luego, sin vaselina, se lo enganchara y manejara a voluntad el cachaco Álvaro Uribe Vélez y que ahora, maneja más fácilmente desde Bogotá, otro cachaco heredero, más frío y peligroso: Juan Manuel Santos Calderón.
Antes, sutilmente y sin que lo percibiera, lo pateó Álvaro Uribe Vélez, luego lo patearían a mansalva en San Pedro Alejandrino y ahora, hasta lo patean desde Bogotá por mampuesto y a voluntad dentro de su propio Despacho en Miraflores.
Otros por su parte, lo llaman a tomar rápido el avión y hacerse presente en La Habana, sin dilación y cuando está ya en la posición prevista, lo patean; esta vez, fue Fidel Castro en contubernio y frente al Embajador de Cuba en Venezuela, Rogelio Polanco.
Y… “chiiito” dijera Juan Vicente Gómez, no te muevas ni digas nada “venaíto” porque será peor la siguiente patada y si te alebrestas, una buena templada de la cuerda, sea desde el Suroeste o sea desde el Noroeste, recordará quien está, en uno y otro lado, al mando.
Uno con la amenaza de la alimentación y reactivación del legajo por ante la CPI, el otro, más práctico y directo, con la teledirigida capacidad y el control de todos y cada uno de los integrantes cubanos adscritos a los tantos anillos de seguridad que “cuidan”, más bien vigilan las 24 horas, siete días a la semana, a Hugo Rafael Chávez Frías.
Justo a imagen y semejanza del cómo, el por qué y para qué en su momento, Fidel Castro Ruz lo hiciera con el otro “venaito”: Salvador Allende Grossens.
En definitiva
Pareciera que una nube negra se instaló sobre la cabeza y persigue donde vaya a Hugo Rafael Chávez Frías y el antes pavoso que todo lo que tocaba, miraba o refería lo destruía, pareciera que ahora, desde la profanación de la tumba de Simón Bolívar, no ve luz.
Quizás, a lo mejor, como afirmaban antes los abuelos, mirándose y mirando el amuleto en un espejo quebrado, rebotó la pava y se auto empavó.
Principio del fin
Todo pareciera haber comenzado en El Panteón Nacional, cuando santeros, babalaos y paleros, en especial éstos últimos, en la manipulación y la toma de las muestras de los restos de Simón Bolívar, a lo cual se sumó la siembra de algunos efectos de necesaria pertinencia para la ulterior vinculación mágica entre los restos del muerto y el cuerpo del vivo.
Después en y con las sucesivas sesiones de Misa Negra, cuando al ritmo de tambores, drogas y alcohol, con la histeria colectiva derivada, los paleros en sus plegarias invocaban a Yemayá, a Orula, a Ogún, a Orichas y quien sabe cuántos otros espíritus o dioses del más allá para que bajaran y se posesionaran en el más acá.
Preparando el ambiente mágico necesario al objetivo final de la Misa Negra en territorio del estado Bolívar:
El conjuro de los males y la limpieza del cuerpo, para la “preparación” del potente diente del cadáver, ya engastado en oro, que luego colgaría de allí en adelante como un sagrado amuleto, en el cuello de Hugo Rafael Chávez Frías.
Eso que establecería entonces, en el rito y para siempre, la pertinente conexión esotérica directa con los efectos personales incorporados y sembrados en los restos y en el nuevo féretro, esa siembra de los “ganchos” abandonados en ese nuevo cofre y para la protección del autodesignado líder, el indiscutido rector de la continuidad de la tarea libertadora de Simón Bolívar, según el consenso pautado.
El tiro por la culata
Once años y tantas triunfantes elecciones; tantos apoyos en el exterior y hoy, sin dólares, la soledad invade; ni Manuel Zelaya siquiera, a quien le regaló cien millones de dólares americanos en efectivo, se digna a llamar y a pronunciar su apoyo a la causa revolucionaria.
Definitivamente, especulando en ese terreno que llaman esoterismo y magia negra, que si bien no conocemos por tanto asumimos poder estar errados, pero pareciera entonces para los entendidos en magia, ritos y esoterismos, que hasta los públicamente manoseados y mancillados restos de Simón Bolívar, se revelaron ante la afrenta y el irrespeto televisado.
El esoterismo negativo
Si fuere así, cuelga del cuello de Hugo Rafael Chávez Frías, su propia y lenta destrucción:
El diente engastado en oro; ese amuleto que le prepararon los paleros en la Misa Negra en el estado Bolívar, tres días después de la profanación en el Panteón Nacional.
Si fuere así, lo que queda incólume y libre de agravio del espíritu del Libertador, dirán los entendidos, pareciera que aún vela por lo que queda de Venezuela y entonces, en un drástico retruque a la afrenta, desde el más allá, le está recochineando la suerte y el destino al teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías en el más acá.
O corre o se encarama
Deshacerse Hugo Rafael Chávez Frías del amuleto expresamente preparado por los paleros, destruirlo, botarlo en cualquier lugar, guardarlo lejos, ignorarlo, puede ser contraproducente en el criterio de los paleros, los babalaos y santeros, no es posible arriesgarse.
Pero por otra parte, regresar el diente a su lugar de origen, es otro problema a considerar, a la vez que significaría construir otro cuento más para una nueva exhumación, sería entonces una nueva afrenta a los restos y quien sabe si ello moleste al espíritu y agrave más las cosas.
Diría Carlos Andrés Pérez en su época de triunfos: “… Ni lo uno ni lo otro, sino, todo lo contrario…”
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