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Es el juego de cachacos
Rafael Rivero Muñoz
Caracas, 201110
"… Qué culpa tiene la estaca, si el sapo salta y se ensarta…"
Juan Vicente Gómez “El Bagre” (1857–1935)
Cuando la prensa nacional tituló “… Juan Manuel Santos confirma que extraditará a Walid Makled a Venezuela y no a EE.UU …”, inmediatamente calmó el soponcio de Hugo Rafael Chávez Frías.
Reacción que se había disparado luego de las dos iniciales declaraciones por los canales de televisión colombiana, del sirio–venezolano Walid Makled García.
Mas sobre todo, alivió los apuros y angustias de todos y cada uno de los “Personajes Políticamente Expuestos” (PPEs) que integran esa silenciosa pero muy activa cofradía militar y civil que rodea al presidente venezolano.
Esos mismos, algunos de los cuales ya han sido expresamente mencionados con pelos y señales y desde su lugar de confinamiento de máxima seguridad en Colombia, por el “narcotrasitante” Walid Makled García.
Precisa el presidente Juan Manuel Santos Calderón: “… Yo le di mi palabra al presidente Chávez que una vez se surtan los trámites jurídicos, a los cuales estamos obligados, nosotros le entregaríamos este individuo a las autoridades venezolanas…”
Sin embargo en expreso, hace acotaciones claves previas a la satisfacción de la prometida entrega: “… el trámite para autorizar la extradición esta en las manos de la Corte Suprema de Justicia, que en promedio… se toma de seis a 18 meses para analizar esos pedidos… Y nosotros, que somos respetuosos de los procedimientos legales, pues vamos a esperar de la Corte nos de el visto bueno…” (EFE 161110)
Mensaje
Viene a coincidir con esas declaraciones del presidente Santos Calderón, otra información de la prensa colombiana referidas a la negación de la extradición a Colombia del condenado en ausencia por la jurisdicción de ese país, Yair Klein:
“… Las autoridades rusas dejaron en libertad al mercenario israelí Yair Klein, condenado en Colombia por instrucción y conformación de grupos paramilitares… trascendió que las autoridades rusas dejaron en libertad al mercenario israelí Yair Klein, arrestado en Moscú en 2007 y condenado en Colombia a más de diez años de cárcel por entrenar grupos paramilitares…”
Para negar la extradición: “… el Tribunal Europeo de Derechos Humanos se basó en el artículo tercero de la Convención Europea de Derechos Humanos, que prohíbe la extradición de un individuo a un país en donde correría el riesgo de ser sometido, a torturas, penas o tratos inhumanos o degradantes…
… Según los abogados de Klein, si este fuera extraditado a Colombia su vida podría correr peligro. La defensa del mercenario sustentó esta petición en una declaración realizada por el entonces vicepresidente Francisco Santos, quien afirmó que Klein ‘debería pudrirse en una cárcel colombiana’…”
Apunta la prensa colombiana: “… En el expediente en su contra reposan pruebas que lo relacionan con el asesinato de líderes de la Unión Patriótica y otras que lo sindican de haber introducido al accionar criminal del país novedosas técnicas para cometer voladuras de aviones, manejar explosivos a control remoto, entre otros…”(http://www.semana.com/noticias-nacion/yair-klein-libertad/147532.aspx)
Evidente
Sobre las supuestas diferencias o desavenencias entre los dos últimos presidentes colombianos –el saliente Álvaro Uribe Vélez y el entrante Juan Manuel Santos Calderón–, debe quedar muy claro para los interesados que, hasta ahora en los hechos, ambos presidentes han mantenido una consistente conducta política de seguridad.
En esos asuntos de seguridad del gobierno de Colombia, pareciera que nada es improvisado, todo ha sido pensado, estudiado, coordinado, decidido a tiempo y es ejecutado en los términos previstos y en función de Estado; si bien dentro de cada estilo personal pudiere haber diferencias propias a dos individualidades, no existen éstas en los asuntos que atañen a las relaciones de la presidencia con el exterior.
Una sola voz, de la voz de un Estado y por aquello que bien expresaría Alfonso Santiago (h) en la ocasión de su conferencia en los 150 años de la Constitución Nacional Argentina: “… Necesidad de tener en todo momento un proyecto claro de país. Las personas, las instituciones y los países necesitan tener proyectos serios y desafíos por delante, que los hagan unir y los hagan crecer. Señala el refrán que quien sabe donde va, aprovecha todos los vientos y quien no tiene rumbo, todos los vientos le son contrarios…”
Enfoque
A pesar de lo que expresen algunos “expertos” y “Salas Situacionales” en sus apreciaciones y recomendaciones al gobierno venezolano, en el asunto Walid Makled García debería quedarles claro: Ese affaire no se resume ni se puede atender sólo y exclusivamente desde la perspectiva de los intereses personales y políticos de un Álvaro Uribe Vélez o de un Juan Manuel Santos Calderón.
Allí estaría el término de un temerario error en la apreciación de objetivos, de los hechos y de las expresiones oficiales del Palacio de Nariño.
No se trata como se pretende en el caso de Juan Manuel Santos Calderón, de un juego de presiones solamente destinadas a lograr un pago oportuno de los haberes que venezolanos adeudan a la economía colombiana y que además, se imponga una regularización y estabilización de las actividades en la región fronteriza.
Eso es lo aparente, eso es lo que cubre; lo real está y se debe abordar desde una perspectiva mucho más compleja y complicada, tanto por las causas, como por los efectos.
Continuidad
Aseguramos en múltiples notas el consistente encadenamiento; sostenido en el tiempo y en el esfuerzo político de un Álvaro Uribe Vélez, tanto en la proyección futura cómo en el paso a paso frente a los asuntos de seguridad y las ligerezas de conducta de algunos de sus oponentes en el terreno internacional.
En el caso específico, Álvaro Uribe Vélez fue construyendo y consolidando un dogal, una trampa donde hoy está ensartada por el cuello la cabeza de Hugo Rafael Chávez Frías: El cómo y el para qué, apenas se vislumbra, si no se presta cuidadosa atención.
Al entregar el gobierno a su sucesor, Juan Manuel Saltos Calderón, Álvaro Uribe Vélez también entregó a la expresa voluntad de éste, el extremo de la cuerda: Allí está el camino trazado por la denuncia por ante la Corte Penal Internacional y allí están también, las oportunidades prácticas para la amplitud de maniobra que dejó en manos de su sucesor.
Diferencias de estilo entre ambos cachacos existen; uno más frío y peligroso que el otro. Lo que no ha existido ni existe –no se cree existirá a futuro en la relación con Hugo Chávez Frías–, es discontinuidad en el esfuerzo y menos aún, en los objetivos a corto, mediano y largo plazo del gobierno colombiano.
Esencia
Puesto que muchos de los detalles que se conocen y que ya han sido puestos a la luz por los medios de comunicación, en algún momento dentro o fuera de la jurisdicción venezolana, uno a uno habrán de ser considerados, investigados, comprobados, documentados, sustentados en sus particularidades, en sus enlaces, en vínculos, en sus orígenes, en sus causas y efectos y, evidentemente, probados en los términos que establezca el procedimiento y cuerpo de leyes vigentes en y para la instancia donde han de ser juzgados.
Hasta que esos evento no sea dirimidos y cerrados por sentencia firme por los tribunales, si bien los señalados no pueden ser definidos como delincuentes; en ausencia de esa sentencia sobre cada individualidad en particular, tampoco unos y otros puede alegar o pueden ser considerados, inocentes.
Sólo podemos ver por hoy, grosso modo a la luz de lo revelado en el complejo de actividades lícitas e ilícitas y de los manejos financieros del sirio-venezolano detenido en Colombia Walid Makled García, la expresión más cruda de un conflicto entre los prevalentes intereses privados de individualidades en posiciones de decisión política y militar y en contra y en detrimento de los intereses del Estado; en una extraordinaria y jamás vista dinámica donde definitivamente la política y el crimen se dan la mano.
Desde esa perspectiva, una de las primeras acotaciones que debemos dejar sustentada es el hecho de que, a pesar de las ingentes cantidades de dinero que manejó y maneja Walid Makled García mediando el complejo de empresas que organizó y administró desde sus iniciales estadios de pirata de carretera, técnicamente, no hemos estado ni estamos en presencia de un capo de las drogas al estilo de los conocidos miembros de los carteles –los hoy silentes o ya desaparecidos colombianos o los vigentes y activos mejicanos.
Posiblemente Walid Makled García estaba en camino de ello, pero, mucho faltaba y falta, para ascender y atender esas cualidades. Su misma conducta luego de su confinamiento en Colombia, son indicativos.
Ni cartel, ni capo
En el affaire, se trata por ahora, de un intermediario quien emergiendo de las oportunidades que le brindaron los ignorantes oportunistas y advenedizos hombres de uniforme transmutados por una revolución en políticos, Walid Makled García armó un complejo de relaciones y de sólidas complicidades, muy bien pagadas, inicialmente con dinero de la piratería de carretera, luego el derivado del tránsito de la cocaína.
Con esas oportunidades en sus manos, Walid Makled García activó una red o telaraña de actividades puntuales y se especializó personalmente en la coordinación efectiva para la captura, transporte, comercialización y distribución de mercancías robadas en las acciones de los piratas de carretera; de allí, en un proceso de expansión y de diversificación “empresarial”, puso su estructura a la disposición de los interesados y para articular el tránsito y el embarque de cargamentos de cocaína, fuera ya ésta en los depósitos o en tránsito por el territorio de Venezuela.
Dentro de esa actividad y por razones de “su negocio”, además de toda la infraestructura de apoyo oficial que –paso a paso– construyó pagando con buen dinero a seleccionados militares y civiles ubicados en los más altos cargos del gobierno venezolano, también estableció los estrechos vínculos con los financistas, proveedores, almacenadores y transportistas de la droga, desde los centros de producción hasta los centros de acopio y desde éstos, a las áreas físicas en los puertos y aeropuertos de embarque en Venezuela. Tanto para coordinar como para garantizar los cargamentos hasta su salida al exterior.
Se convirtió por la dinámica de los hechos, en un eficiente coordinador y artífice de una de las más grandes, encopetadas –y uniformadas– redes de complicidades que haya existido en toda la historia política y criminal de Venezuela.
Y ello, construido sobre los montos de dinero líquido en dólares que tuvo y tiene a su disposición derivados del negocio de la cocaína.
US$ 3.000,oo por cada kilo
Según dejan conocer algunas informaciones, los militares venezolanos recibían como pago por cada kilo de cocaína que salía de Venezuela hacia los mercados internacionales, tres mil dólares americanos (US$ 3.000,oo).
Siendo así, basta con apreciar las cifras derivadas de dos precisos cargamentos multi-toneladas coordinados por el complejo Makled: a) el DC-9 con 5,6 toneladas capturado en México en el 2006 y el Boeing 727 calcinado y ubicado en el desierto de Mali en África, donde fueron transportadas 10 toneladas de cocaína.
Por ese solo cargamento en el 2006, Walid Makled García repartió entonces entre militares venezolanos, (5.600 x 3.000) diez y seis millones ochocientos mil de dólares americanos en efectivo y en el 2009, repartiría sólo con el cargamento de Mali, (10.000 x 3.000) treinta millones de dólares americanos en efectivo que suman US$ 46.800.000,oo.
Es decir, en dos cargamentos, al cambio en un mercado promedio entre dólar SITME y dólar negro hoy (BsF 6,5/1US$) Walid Makled García repartió entre sus socios militares: Trescientos cuatro millones de bolívares fuertes (BsF 304.000.000,oo).
Complicados
Esa coordinación articulada por Walid Makled García, tuvo necesariamente que incluir a los propietarios de los cargamentos de drogas puestas a la disposición de su red de envíos hacia el exterior y es allí donde resaltan dos de sus más importante clientes y asociados, las FARC como financista y proveedor de cocaína –negocio al cual ahora, según los medios, también se estarían incorporando en busca de financiamiento para sus objetivo bélicos, miembros de la ETA– y los carteles mejicanos y ahora el cartel de Al Qaeda, como destinatarios finales de los embarques que manejaba.
Todos esos grupos, identificados en el concierto internacional como terroristas. Los dos primeros, operando tanto en el territorio colombiano como el venezolano y el tercero, operando en el territorio africano; unos concentrados en el mercado de mayor consumo, el norteamericano; el otro, el suplidor del dinamizado mercado de consumo europeo.
En otros términos, visto desde ese ángulo, Walid Makled García, por sus directas relaciones con funcionarios del gobierno venezolano ubicados en altos cargos y dependencias oficiales y por sus relaciones “comerciales” tanto con los representantes de los carteles de la droga como con los más connotados representantes de grupos de terroristas internacionales, las FARC, ETA y Al Qaeda, viene a constituir en términos prácticos, el eje de una bisagra donde por la simple dinámica de los hechos, confluyen para soportarse mutuamente los intereses políticos, comerciales, financieros y delictivos, tanto de una de las alas de la bisagra donde se ubican los múltiples e importantes representantes del gobierno en funciones en Venezuela, como sus equivalentes aglutinados en la otra ala de la bisagra; es decir, los representantes de las FARC, de la ETA y de Al Qaeda.
Dos períodos
Dos trascendentes hechos en el origen, uno de carácter internacional y el otro interno; político y militares ambos y vinculados a las relaciones con Colombia, vienen a coincidir; sólo que, en el segundo de ellos, fueron desempeños cubiertos por un manipulado manto de una supuesta reacción contra grupos colombianos operando en Venezuela pero que en definitiva, revelarían luego en sus resultados 26 años después, haber sido desempeños eminentemente delictivos y vinculados al rentable negocio de la cocaína.
Son dos secuencias de eventos que establecen –y no casualmente– una relación de continuidad entre dos gobiernos venezolanos:
El gobierno de Jaime Lusinchi, 1984/1989 y el actual gobierno de Hugo Chávez Frías a partir del año de su ascenso al poder, 1999.
a. Si bien en el gobierno de Jaime Lusinchi el 22 de Junio de 1987, éste se vio enfrentado a unos hechos que le impusieron ordenar un despliegue militar –y organizar el zafarrancho de combate– para enfrentar lo que fue en su momento considerado como una violación a los límites marinos y submarinos venezolanos y que se concretó cuando el comandante de la fragata colombiana Caldas, capitán de fragata Sergio García Torres, fondeó en la coordenada latitud 11º 47' 16"
Hoy, en la Venezuela revolucionaria de Hugo Chávez Frías y en función de esos precisos y defendidos intereses venezolanos en el área, éstos, visto el trasfondo de los hechos que revelan las declaraciones de Walid Makled García, se encuentran seriamente comprometidos.
b. Fue también en el período de Jaime Lusinchi, cuando se inició la organización y ejecución del proyecto para la ampliación y diversificación de las rutas para el tránsito de la cocaína colombiana por el territorio venezolano y hacia los mercados internacionales.
Esa infraestructura que hemos definido en múltiples notas como el “Corredor Seguro para las Drogas” y que se refiere a una extensa franja de territorio sometida a elaborados mecanismos de control y que une la frontera venezolana con Colombia, con las costas de Venezuela en mar Caribe.
Operador de ayer
Baste recordar en el caso del “Corredor Seguro para las Drogas”, cómo se organizó el desempeño, qué, cómo, cuándo y dónde se hizo y quién ocupó la jefatura de operaciones de la unidad militar/policial organizada a los efectos en el período de Jaime Lusinchi: Luego de dos pruebas de campo ejecutadas en el gobierno de Luís Herrera Campins, serían diez las masacres que se acumularían con más de cien asesinados; incontables los desplazados y los bienes expoliados.
El capitán de navío Ramón Emilio Rodríguez Chacín en aquel momento ejerció sobre el terreno y hechos, el comando de las operaciones militares; el comisario general Henry López Sisco, la coordinación y jefatura de operaciones de las unidades de policía.
Silencio de ayer
A pesar de todas las gestiones ulteriores al gobierno de Jaime Lusinchi, ninguno de los gobiernos subsiguientes, permitió jamás que se investigara, juzgara y sentenciaran esos asesinatos de civiles desarmados.
La información está perdida en los archivos y el tiempo pasó, nadie en uno y otro gobierno se atrevió a tocar el asunto, menos se ocupó de ello y hoy, estallan los resultados por obra y voz de un simple coordinador de embarques de cocaína con pretensiones de capo.
Operador del hoy
Ramón Emilio Rodríguez Chacín, el “Rambo Venezolano” como lo definió Hugo Chávez Frías, pasaría a ocupar en este gobierno revolucionario y desde su mismo inicio, una posición relevante como hombre de seguridad del gobierno y de la “revolución”; tanto, que fue designado en expreso como enlace de las FARC y del ELN en el asunto de los secuestros (Mely Carrero, Henry Boulton), en la liberación de secuestrados por las FARC y luego, sería designado en dos oportunidades como Ministro el Poder Popular de Interiores y Justicia.
Es decir, Hugo Chávez Frías, “no le dio nada” a Ramón Emilio Rodríguez Chacín, sólo, como en los viejos tiempos del “El Bagre”, “lo puso donde había”.
No resulta apresurado, ni fuera de una cierta lógica, pensar y asomar entonces las “coincidencias” y dónde está y cuál es la identidad de quien, complementando la obra iniciada en 1984 y para hacer mucho más seguro el “Corredor de la Droga”, movió las piezas y articularía en el Palacio de Miraflores, las ideas, las sugerencias, las recomendaciones y hasta las presiones “revolucionarias” necesarias, para que la agencia norteamericana DEA fuera expulsada de Venezuela el 8 de agosto de 2005.
Significativo que algunas fuentes de información señalen ahora que, ante la manifiesta incompetencia de Tarek El Aissami –subalterno que Ramón Rodríguez Chacín designó para sustituirlo al renunciar por aquel “espasmo cerebral”–, posiblemente, regrese de nuevo y por tercera vez al cargo de ministro de interiores.
En resumen
Quizás se pueda entender ahora hasta dónde lo trascendente que resulta para el gobierno revolucionario de Hugo Chávez Frías, silenciar de una vez por todas la fuente de las informaciones y que Juan Manuel Santos Calderón le entregue lo antes posible a Walid Makled García.
Interrogarlo hasta despojarlo de las evidencias que dice tener en sus manos, es la solución y luego, si sobrevive, enterrarlo hasta su muerte en una cualquiera de las ergástulas que dispone.
Pero esa entrega la tiene bien pensada y bien pesada el presidente y el gobierno de Colombia, será en su momento y cuando los objetivos sean satisfechos.
De allí esa oferta a futuro a su “mejor nuevo amigo”; sólo que éste tendrá que esperar cuando menos un año como promedio, dada la independencia de los poderes y la decisión política no será ni puede ser antes de la decisión jurisdiccional en manos del Tribunal Supremo Justicia de Colombia.
Mientras –en Colombia– no se pierde el tiempo en necedades, al “El Arabe W”, no sólo lo está exprimiendo en información y documentación el servicios de seguridad propios, también lo hacen los servicios norteamericanos mientras que de vez en cuando, para mantener, alimentar angustia y debilitar resistencias de este lado de la frontera, se deja que uno y otro canal de televisión se instale con toda su parafernalia en la cárcel de máxima seguridad, para escuchar, registrar y divulgar al mundo, los crudos señalamientos de Walid Makle García.
Y esos señalamientos cada vez más puntuales, tienen precisos objetivos y destinatarios, que si bien pudieren responder a los intereses de “El Turco”, resulta indiscutible que responden también, a los objetivos de los otros particulares que manejan el juego.
Conclusión
Ayer, la fragata Caldas, hoy un espeso y sustanciado caldo donde mantienen dinamizados los temores y las angustias de un Hugo Chávez Frías y las propias a los ya señalados militares y civiles de su entorno. ¡¡… Y los que faltan aún por señalar…!!
Nadie puede estar seguro que aquellos objetivos de Colombia con el desplazamiento de la fragata Caldas, no sean hoy los mismos de este caldo; uno emergente de ese pensado, elaborado y eficiente juego de cachacos, quienes sin lugar a dudas, han atendido y puesto en ejecución aquella máxima del filósofo de la guerra, Sun Tzu: “… El arte más refinado de la guerra es quebrar la resistencia del enemigo, sin tener que combatirlo en el campo de batalla…”
Si bien ayer (1987) Jaime Lusinchi, en reacción y frente a las públicas vías de hecho, articuló y ejecutó una rápida y consistente respuesta militar y una contundente reacción política nacional e internacional frente a la presencia de la fragata Caldas en aguas venezolanas; hoy (2010), si es que estuvieren en juego y fueren los mismos objetivos de aquel momento los presentes en este sustancioso caldo, donde por la vía de los hechos, cayó y precariamente se mantiene a flote Hugo Chávez Frías y su estado mayor político y militar.
En esa vía de hecho del presente: ¿Dónde es posible soportar en un equivalente, la rápida y consistente respuesta militar y dónde una política nacional y sus soportes internacionales?
La historia está en los archivos y allí se registran con precisión los datos: Venezuela en 1810 oficialmente tenía como superficie territorial 2.100.026 Km2; para 1882 eran 1.639.398 Km2 (-21,93%) y para 1988 eran ya 916.445 Km2 (–44,09%), lo que significa que, sin disparar un solo tiro, en Venezuela se registra una pérdida territorial de 1.183.581 Km2, el equivalente al 56,36% del original espacio geográfico de la Capitanía General de Venezuela.
Con cuanta facilidad se grita en los rimbombantes discursos sobre las supuestas traiciones de los otros, mientras se pretenden ocultar los detalles de las que la configuran y que pesan sobre la propia espalda.